Es el momento de la economía social y cooperativa

Hablaré de economía social y cooperativa, en lugar de economía social y solidaria, pues me parece un término mucho más amplio al considerar también las empresas sociales con ánimo de lucro. Lo que, por un lado, facilita que pueda ser atractiva y aprovechada por muchos más sectores y personas y, por otro, al mismo tiempo impulsa los valores inherentes al cooperativismo: compromiso social, participación, equidad, libertad, control democrático, respeto por el entorno, independencia,…. Me parece un concepto mucho más aceptable para mucha más gente y por tanto más útil como instrumento de mejora social..

Tampoco quiero hablar sólo de economía social, pues, en ella se incluyen formalmente organizaciones que no comparten absolutamente ninguno de los valores que antes he mencionado.

La gran virtud de la economía social y cooperativa (ESC) es su libertad e independencia, que las cooperativas tienen entre sus principios, y creo que por ello posee una gran capacidad de atracción y influencia social. Considero un error estratégico encerrarse sobre sí misma promoviendo mercados cerrados y modelos que responden en el fondo a un planteamiento político romántico y reduccionista.

Al contrario, hoy es más oportuno que nunca desbordar los límites de la ESC, facilitando el acercamiento a aquellos sectores en los que ésta puede ofrecer soluciones a las necesidades de personas y colectivos que no encuentran alternativas realistas o están desilusionados con las soluciones de la economía convencional.

Hay que  difundir y ampliar la economía social y cooperativa proyectando su influencia en muchos campos en los que sus propuestas resultan atractivas y apropiadas.

El momento es ideal porque se combinan una serie de factores. La sociedad está más interesada y receptora que nunca en iniciativas que incorporen valores como la participación, la transparencia, la equidad y el bien común, como lo demuestra el auge de los movimientos sociales y las nuevas directrices de impulso de la economía social desde las administraciones de ciudades como Barcelona, Santa Coloma y Badalona, pero también Madrid, Cádiz y València, no es un fenómeno barcelonés. Los valores de la economía social y cooperativa son hoy más que nunca los valores de nuestra sociedad.

Y al mismo tiempo, vivimos desde hace un tiempo  una situación de exceso de liquidez y bajos tipos de interés. Esta situación tiene en algún sector una derivada nefasta, como la presión al alza del coste del alquiler y la vivienda en Barcelona por ser refugio de grandes fondos de inversión y el efecto llamada que provocan. Pero también está facilitando que la mirada de los inversores se amplíe a sectores hasta ahora fuera de su interés y que sus expectativas de retorno de la inversión se moderen. Hoy hay más inversores sociales que nunca dispuestos a invertir con nuevos instrumentos en las empresas sociales.

Si tradicionalmente en nuestro país la  financiación se ha realizado via bancaria, de forma casi exclusiva, cada vez hay más empresas que incorporan financiación no bancaria en sus inversiones. No es un problema de financiación, dinero hay, en los bancos y fuera de ellos. No hay más que observar el crecimiento y especialización de las plataformas de crowfunding, pero también la normalización de otros instrumentos como el préstamo participativo y la emisión de obligaciones cada vez más utilizados.

Quiero resaltar aquí, como un elemento importante, la puesta en marcha de FIARE BANCA ETICA, la banca ética y cooperativa por excelencia, que por fin opera con absoluta normalidad, ofreciendo a las empresas sociales toda la cartera de servicios que estas necesitan para desarrollar su actividad.

Pero, cómo podemos aprovechar la oportunidad para impulsar la economía social y cooperativa. Desde mi experiencia en el cooperativismo me permito apuntar algunas ideas, siempre pensando que la oportunidad y la responsabilidad ahora es ensanchar el ámbito de influencia.

  • En la universidad: creando espacios abiertos para el aprendizaje compartido, dando instrumentos para el conocimiento y desarrollo del emprendimiento colectivo. Impulsar estudios y análisis de experiencias de gestión comunitaria del bien común que puedan inspirar. Las empresas basadas en el conocimiento tienen características que, a priori, las hacen ideales para crear una cooperativa (baja inversión inicial, equidad, igualdad laboral), en cambio hace tiempo que se ha instalado el modelo de creación de empresa con el sólo objetivo de poderla vender en 3-4 años al mayor precio posible. Es un modelo perverso y especulador contra el que desde los estamentos adecuados debería promoverse otro basado en la estabilidad empresarial, la satisfacción de necesidades reales de la gente y la participación.
  • Desde el fomento institucional (federaciones, administración): normalizando la fórmula cooperativa como una alternativa apropiada para cualquier actividad, facilitando espacios i mecanismos de garantías, impulsando el concepto del liderazgo distribuido. Promoviendo experiencias referentes (vivienda social, vivienda intergeneracional, …), participando junto a los municipios en programas de cooperativización de las esferas social y económica.
  • Reivindicando las cooperativas de trabajo con ánimo de lucro, todas las empresas deben tener beneficios para poder realizar su objeto social de forma duradera. El reparto de los beneficios entre las socios trabajadores, después de dotar los fondos legales, es un instrumento ideal de democratización económica.
  • Para aquellos municipios en los que la participación es una seña de identidad podría impulsarse algún programa que facilitase la mejora del primer y más básico marco de participación como son las comunidades de vecinos, desgraciadamente un espacio en el que en las más de las ocasiones se genera frustración y absentismo.
  • Desde la FP: para los jóvenes: formación, experiencias, acompañamiento. Estableciendo convenios con las pimes del barrio, facilitando las prácticas empresariales y la primera experiencia laboral.
  • Desde las organizaciones empresariales: Impulsando programas de colectivización de la sucesión de la empresa familiar. Facilitando la presencia de los trabajadores en los consejos de administración, no desde una perspectiva sindical sino claramente empresarial, no se trata de defender los derechos de los trabajadores sino de defender la empresa porque los intereses de trabajadores y propiedad son los mismos, generar trabajo y riqueza a través de la realización de su objeto social, si no hay beneficio no habrá empresa, si no hay trabajadores tampoco, hay que reconocer que los tiempos en que el capital era el paradigma han cambiado, ahora somos las personas.
  • Las cooperativas de servicios en el pequeño comercio y de profesionales autónomos, son también buenas propuestas para facilitar la defensa ante los grandes, en un caso, y la mejora de los costes, en otro. El impulso de modelos en los que se promueva la participación y la equidad puede facilitar la estabilidad de estas iniciativas, que en otros países no son siquiera consideradas como economía social (caso de Francia).
  • Promoviendo la creación de instrumentos para la capitalización de las cooperativas y la construcción de equipamientos productivos.

“UNRISD reconoce la necesidad de integrar preocupación social, economía y medioambiente (leit motiv de la economía social i cooperativa) cuando se trata de la alimentación, la salud, la vivienda, el trabajo, la mujer, el desarrollo industrial” (Marguerite Mendell , Universitat de Concòrdia, Montreal ·Economia social: Evidència i motor de cambio del paradigma econòmico, URL, 15/10/15). Se constata el fracaso del paradigma que separa los problemas económicos y sociales.

“¿Qué capacidad tiene la economía social y cooperativa para responder a las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos y de diseñar instrumentos  de desarrollo para cumplir con estos objetivos? (Margarite Mendell)”

La capacidad aumenta en las regiones donde es más que la suma de sus empresas, organizaciones y asociaciones, en la que se da un enfoque sistémico, en una constelación de redes, movimientos sociales, intermediarios locales y regionales, que trabajan juntos para crear instrumentos de desarrollo en las finanzas, el apoyo a las empresas, la formación, la investigación y la construcción de políticas públicas.