Emprendimientos comunitarios sostenibles

Recientemente he podido visitar Ecuador y tomar contacto con unas cuantas empresas basadas en la comunidad. Entre otras muchas y agradables sensaciones he tenido una que ya había experimentado con anterioridad en Mozambique. Existe entre los proyectos de empresas sociales en países con pocos recursos, una especie de adicción a la cooperación internacional para financiar los proyectos, especialmente aquellos que necesitan una inversión material en infraestructura, maquinaria, instalaciones, vehículos, construcciones, etc.

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Son proyectos muy variados, en sectores como la salud, la educación, el desarrollo comunitario, la educación ambiental, el turismo ecológico, el turismo comunitario, la producción agroecológa. Proyectos muy bonitos, con una gran capacidad de generar ilusión y entrega por parte de usuarios, productores, cooperantes, entidades financiadoras, público europeo en general. En la mayoría de los casos es esta capacidad y el esfuerzo continuado de los usuarios lo que explica el éxito de algunos de los proyectos.

Muchos de estos proyectos se han planteado casi desde una óptica empresarial, tratando de crear empresas locales sociales económicamente sostenibles. Aunque es evidente que para esas comunidades receptoras es impensable disponer de los recursos propios iniciales suficientes para poner en marcha la empresa, no lo es tanto que la actividad de la empresa no pueda generarlos.

Por ejemplo, si se entregan unos molinos de grano para mejorar la alimentación en una comunidad, debe realizarse con un plan de negocio que considere la amortización del molino a la hora de calcular el precio de venta de la harina (aunque haya sido una donación!), de esta forma se genera el dinero suficiente para su reposición sin haber de esperar a un nuevo proyecto de ayuda. En Mozambique lo hicimos y salían los números. Con todo en muchos casos, aún vendiendo a precio de mercado apenas se generan beneficios, pero esto viene derivado las más de las veces por ineficiencias en ciertos procesos, especialmente la comercialización y baja productividad.

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Como toda adicción, la situación genera malos hábitos y así las comunidades esperan un nuevo proyecto que done una nueva maquinaria, en el fondo, el modelo es insostenible así planteado. Los proyectos de cooperación deberían contar, para el diseño de los proyectos de creación de empresas basadas en la comunidad, con gente que tenga experiencia en la gestión empresarial para luchar contra esta situación mediante la creación de empresas locales con sostenibilidad técnico económica bien planteada, de forma que su actividad puda generar al menos una parte de los recursos propios necesarios para mantenerse y crecer. La otra parte se podría entonces buscar en el “mercado” con ciertas garantías de éxito.

La otra conclusión que he sacado estos días, es que es muy necesario el compromiso de los usuarios, productores, socios, etc. No basta con la implicación (caso del cerdo y la gallina en el plato de huevos fritos con jamón). Y este compromiso, en el caso de las empresas sociales, debe concretarse mediante aportaciones al capital para garantizar el buen fin de la empresa social. Y aquí no hay diferencias con la situación de muchas empresas sociales en nuestro país. Pero de esto hablaré otro día.

Las fotos de esto artículo son imágenes de centros de salud de Mozambique